Caso Merlano, internet y la primavera árabe

Por @kpdelahoz

Los egipcios recogen los frutos de la ‘primavera árabe’, titulaba este 22 de mayo El País. El medio español, al igual que la mayoría de agencias internacionales que registraron la jornada electoral, hacía referencia a la masiva asistencia para votar en las primeras elecciones libres en la historia del país africano. La incipiente democracia empezó a cocinarse cuando un joven tunecino se prendió fuego en protesta por los abusos de autoridad y la falta de oportunidades en su país. Su muerte fue el detonante de lo conocemos como ‘primavera árabe’, un movimiento social que tuvo como gran aliado a internet.

Luego llegaron los indignados. Acamparon en España, ocuparon Wall Street y ahora reaccionan a la violencia, la corrupción, la desigualdad y la pobreza que vive México. Lo hacen con el hashtag #YoSoy132.

Colombia está lejos de eso, pero no tanto. Los ciudadanos están cansados de perder privilegios y ganar obligaciones a medida que descienden en la escala social. Quienes no tienen dinero ni influencias mueren en la puerta de un hospital esperando atención, deben soportar engorrosos trámites que otros resuelven con una llamada y tienen que cumplir normas que otros se pasan por la faja.

Si sumamos la indignación, frustración, impotencia y rabia que generan estas situaciones con la masificación del acceso a internet, tenemos nuestra versión de los indignados.

…pero, qué nos indigna

Básicamente, los abusos de los políticos, de los servidores públicos y de las figuras médiaticas. Las declaraciones de Juan Manuel Corzo de que su sueldo no le alcanza para pagar la gasolina de sus carros generaron hasta una jornada simbólica en la Plaza de Bolívar, que buscaba recoger fondos para el combustible del senador. La cuenta en Twitter que pide la renuncia de Eduardo Merlano, por no practicarse una prueba de alcoholemia y conducir sin licencia, pasó sin afanes los 37.195 votos que obtuvo el senador, superó los 50 mil que su ufanó de tener, y se dirige vertiginosamente hacia los 100 mil. Tampoco le fue bien al ‘Bolillo’ Gomez tras agredir a una mujer.

Esta generación de indignados ataca con vehemencia a las personas, pero a mi gusto es timorata para cuestionar sostenidamente actos barbarie y profundas injusticias sociales. Apedrea a la María Magdalena de turno, y si Jesús no se aparta también lo lapida. Luego se jacta de su triunfo, pero no extermina el pecado.   

Las próximas elecciones serán un excelente termómetro del alcance real de los indignados colombianos. Estos exigen la renuncia de políticos cuestionados, pero su victoria real sería no volverlos a elegir.

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