Que la muerte de Amanda Todd nos enseñe a poner límites en la red

Por tatta25

Amanda Todd logró, después de muerta, lo que en vida no pudo: ser respetada y no blanco continuo del matoneo.

La adolescente de 15 años se quitó la vida el 10 de octubre pasado en su habitación, en Canadá, tras narrar un mes antes, en video, que durante los últimos tres años había sido víctima de ciberacoso sexual y de golpes en su colegio.

La adolescente contó que cayó en las redes de alguien, que se sospecha es un pedófilo. Esta persona la convenció de mostrarle sus senos en una sesión de webcam. Después, la amenazó con publicar esas fotos si no se mostraba desnuda, otra vez por webcam, ante él. La chica accedió y todas las fotos fueron distribuidas por redes sociales. Sus compañeros de escuela comenzaron a llamarla porno star y su vida se llenó de burlas, golpes y llanto.

El testimonio videográfico de Amanda es uno de los más vistos de la última semana en la red y la conmoción mundial no se ha hecho esperar. Con sólo escribir su nombre, cuando redactaba este texto, aparecían en Youtube 9.450 resultados.

En Colombia hay muchas Amanda. Sólo basta con ingresar a Facebook para ver cómo las niñas se insultan entre ellas y usan todo tipo de calificativos para poner en duda la reputación de aquella con la que no se llevan bien. Abundan también los golpes bajos entre los jovencitos, apelando a su elección sexual o poniendo en duda su virilidad.

La muerte de Amanda debería servir para que sepamos el daño que le hacemos a alguien cuando ayudamos a ensuciar aún más su nombre difundiendo correos, fotos o videos, o atacando mediante las redes sociales.

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