Autor invitado
A todo joven que esté pensando en ser periodista algún día, pero que quizás esté viendo la redacción como la parte más complicada y excluyente, me voy a permitir darle unos consejos prácticos para que la producción sea impecable, brillante y, sobre todo, envidiable.
Cuando vaya a hablar de un suicidio, por ejemplo, prefiera decir “fatal determinación”, eso es refinamiento. Lo mismo pasa con frases como “es la punta del iceberg”, “está en el ojo del huracán” y “fue como buscar una aguja en un pajar”, que son ingeniosas y hablan muy bien de su talento.
Amplíe su repertorio: diga “penosa enfermedad” cuando el aquejado sea algún ilustre; “viajó con una maleta cargada de sueños” cuando se refiera al aventurero, y termine sus noticias sobre la muerte de alguien importante diciendo “paz en la tumba de…”, así ni siquiera se haya firmado el acta de defunción.
No les pare bolas a quienes insisten en que todos los incendios son voraces, que todas las lloviznas son pertinaces y que todos los aguaceros son torrenciales: lo importante, en este caso, es que eso suena chévere.
Por cierto: no olvide la expresión “aparatoso accidente”, que tiene un epíteto elegante. Sea creativo, recuerde que algunas noticias se riegan “como pólvora”, y que cuando los bienes o productos se venden mucho y rápido, lo hacen como si fueran “pan caliente”.
No se olviden jamás de lo que “sube como la espuma”, de los “tufillos” de algunos contratos sospechosos o de desearle “buen viento y buena mar” al que se está despidiendo.
* Periodista, catedrático y redactor de la Casa Editorial El Tiempo. Texto publicado inicialmente en su columna semanal ‘Pura franqueza’, en el diario ADN de Barranquilla.