Por @kpdelahoz
– Y, ¿cómo te enteraste?
– Lo leí en su Facebook.
La respuesta es contundente y toma visos de verdad absoluta, pero a veces conviene darle el beneficio de la duda a las publicaciones de nuestros ‘amigos’ en Facebook. Les traigo dos historias reales, aunque me tomaré la libertad de no identificar a sus protagonistas.
No cumpleaños
Llegué a la oficina y antes de entrar de lleno a mis labores decidí ir a la cocina por un vaso con agua.
¡Diantres! Un pastel sobre la mesa esperaba a ser abierto por algún compañero. Volvió a pasar, alguien cumplía años y no lo recordé.
Regresé discretamente a mi computadora con la esperanza de que Facebook me sacara del embrollo con la notificación de cuál es el «amigo» al que hay que felicitar.
«¡FELICIDADES!», «Que te la pases genial», «¿Dónde es la fiesta?» y otros mensajes por el estilo brincaban en la pantalla. ¡Oh sorpesa, estaban dirigidos a mí!
En ese momento la atmósfera se llenó de un halo extraño donde yo era el protagonista. Caí en cuenta de que el pastel de la cocina era para mí, mientras los compañeros se acercaban a abrazarme.
El problema: un experimento olvidado con Facebook en el que había cambiado mi fecha de cumpleaños a ver qué pasaba. El resultado: creé un monstruo que golpeaba mi honestidad.
No rechacé los abrazos, ni el pastel, ni una que otra llamada. Cuatro meses más tarde, y ahora si el «día especial», pasé desapercibido para casi todos. A excepción de mi familia, sólo cuatro amigos (que demostraron ser de los buenos) me felicitaron.
No compromiso
Mi prima me cambió el estado en Facebook y aparezco comprometido. Casi me casan. Nojoda, que vaina tan berraca.
Me escribió un amigo que nunca le escribe ni a la mamá. Todo el mundo piensa que me caso este año, me felicitaron y todo. Esa vaina de Facebook es jodida. Si digo que me voy a vivir a Irán todo el mundo me hace despedida.
Tengo 2 días con este cuento y me escribieron de Londres, Puerto Rico y Buenos Aires. Lo peor es que mi familia me regañó porque «como así que no avisas que te vas a casar, por delicadeza debes informar».
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Es una verdad de perogrullo, pero no está de mas recordar que no todo lo que aparece en Facebook es cierto. Los estudios demuestran que la red social está asociada al narcisismo y a la depresión. Sin embargo el círculo se repite, unos exageran sus logros y otras se deprimen porque no tienen vidas tan exitosas ni divertidas como sus ‘amigos’. Cómo dirían los tuiteros, «nadie es tan feliz como aparenta en su Facebook«.